Quien soy y quien fui

 

Si recuerdo quien fui, otro me veo,
y el pasado es un presente en la memoria.
Quien fui es alguien a quien amo
pero solamente en sueños.

.

Y la saudade que me aflige la mente
no es de mí ni del pasado visto,
sino de quien habito
por detrás de los ojos ciegos.

.

Nada sino el instante me conoce.
Mi misma memoria es nada, y siento
que quien soy y quien fui
son sueños diferentes.
.
Si recuerdo quien fuí, otro me veo – Fernando Pessoa (con el heterónimo Ricardo Reis)

Ricardo Reis

Se recordo quem fui, outrem me vejo,
E o passado é o presente na lembrança.
Quem fui é alguém que amo
Porém somente em sonho.

.

E a saudade que me aflige a mente
Não é de mim nem do passado visto,
Senão de quem habito
Por trás dos olhos cegos.

..

Nada, senão o instante, me conhece.
Minha mesma lembrança é nada, e sinto
Que quem sou e quem fui
São sonhos diferentes.

En mil años

…para una mujer, no hay carta más legible que un hombre que la ama…

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Tengo que hacerlo de esta manera aunque sea un riesgo. Aunque sea desesperante no saber qué vaya a pasar. Pero sé que no puedo llevar esto mucho más. Te puedo asegurar que no es azar. Ni siquiera es cobardía; ojalá fuera yo la cobarde y todo terminase ahí. Lo pensé mil veces, más de mil, dos mil veces. Lo evalué tanto que llegué a la conclusión no sólo de que es la mejor manera, sino que es la única. La única que me permita llegar hasta el final.

Si al comenzar a leer esta carta estás pensando que no recordás haberla leído, entonces te anticipo y le saco el suspenso: nunca leíste esta carta. Porque si la hubieses leído, la recordarías claramente. Seguro que me tomará días terminar de escribirla; hoy, que la empiezo, es 11 de agosto de 2008. Me tomaré unos días para pensar bien qué escribir y cuando esté lista te la voy a dejar escondida entre tus cosas. Yo sé que vos sos de guardar todo. Y te conozco tanto que estoy segura que cuando termine nuestra relación – a los pocos días de que yo termine esta carta y logre filtrarla entre tus cosas – vos vas a prender fuego todos mis regalos, mis ositos, mis tarjetas y cartitas. A deshacerte de todo, a no dejar rastros de mi paso por tu vida. No sé qué vas a hacer con las cosas prácticas que te fui regalando. La ropa, la tele, los anteojos caros. La tabla de snowboard. Pero sé que todas las chucherías las vas a tirar a la mierda y que vas a romper las fotos y borrar todos los mails y archivos que me mencionen. Quizás te tome unas semanas ese proceso. Por eso es que esta carta no la voy a esconder con las otras que te escribí durante nuestra relación. La voy a esconder con los papeles de la secundaria que vos guardas en la parte de arriba del armario. Vos mismo me dijiste más de una vez que por un motivo u otro, cada dos o tres años bajás la caja y revisás las cosas y te llenás de nostalgia. Porque sos así. Porque tenés apego a lo que viviste. Pero algo puede fallar y corro el grave riesgo de que nunca veas esto, o de que ya sea verdaderamente tarde. Aunque en este sentido, ni siquiera yo estoy segura de qué plazos me interesa que se cumplan. Pienso: si la vieses en 10 años es demasiado tarde. Si la ves en 5, no, no está tan mal para mí. Ojalá que no hayan pasado menos de 2 años. Ojalá el tiempo esté a mi favor. Sigue leyendo

El reloj

…no permito que los demás impongan sus reglas en mis conversaciones.

Reloj 1

 

Había llegado demasiado tarde en la noche. Por fortuna todavía me encontraba vestido. Cuando le abrí la puerta se quitó el gorro de lana con restos de nieve. Me contó que había tenido otro lapso. Que por momentos la diferencia entre lo real y sus fantasías era demasiado sutil como para que la interpretara. Le ofrecí un poco de vino para que sintiese algo de calor de hogar.

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La sílaba

…el apellido de mi padre pasó a quedar a total disposición del interlocutor.

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El 2 diciembre de 1912 cayó en Estonia el régimen totalitario de Milozlaw Drzlaw. Acorralado por las fuerzas libertadoras revolucionarias, intentó escapar hacia Helsinki en su goleta privada, pero fue interceptado en el puerto de Tallinn por una docena de soldados desertores que despedazaron su cuerpo con 116 balas. Dicen que ninguno de sus huesos quedó sano. En el poder lo sucedió Lawrencz Slawgric que comenzaría un régimen no menos totalitario hasta que finalmente, años más tarde, vencido por un cáncer de páncreas, llamó a elecciones democráticas. Eso fue por agosto de 1917.

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Encuentros ( u otra geometría del amor)

…no era del tipo de mujer que desdeña el amor y la adoración de un hombre…

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Johan y Elizabeth se habían conocido en el baile de disfraces del club de Golf en el que él jugaba los sábados por la tarde. Elizabeth, en cambio, había conseguido una invitación de uno u otro modo; la gente a la que le gusta las fiestas, sabe cómo tiene que hacer para que la dejen entrar. Johan usó ese día un traje muy pulcro y carísimo de Zegna, y su único disfraz fue una pequeña máscara blanca que cubría los ojos y la nariz, como si fuera uno de esos personajes de la ópera. Elizabeth vistió mayormente cuero. Negro. Unas botas muy altas con tacos pesados y una plataforma de diez centímetros, unas medias de red negras – no de cuero, claro – , unos mini-shorts muy ajustados y un top que juntaba sus pechos hasta hacerlos parecer dos lunas. Tenía una máscara que aparentaba ser de cuero, pero era de látex. No tenía aberturas para los ojos, pero sí una en forma de diamante para la boca y la nariz. Incluso su barbilla asomaba puntiaguda en la parte inferior. A Johan le había asombrado que Elizabeth no pudiese ver nada con la máscara  y ese fue el motivo por el que se acercó a hablarle; luego supo que la máscara era más sofisticada de lo que pensaba: tenía un doble forro que le permitía ver como si estuviese usando anteojos negros – aunque por momentos Elizabeth se hacia la que no veía para causar cierto desasosiego en quienes la observaban.

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La ilusión de los tontos

When the shadow of the sash appeared in the curtains it was between seven and eight o’clock and then I was in time again, hearing the watch. It was Grandfather’s and when Father gave it to me he said I give you the mausoleum of all hope and desire; it’s rather excruciatingly apt that you will use it to gain the reducto absurdum of all human experience which can fit your individual needs no better than it fitted his or his father’s. I give it to you not that you may remember time, but that you might forget it now and then for a moment and not spend all your breath trying to conquer it. Because no battle is ever won he said. They are not even fought. The field only reveals to man his own folly and despair, and victory is an illusion of philosophers and fools.

T1 (3)

Cuando la sombra del marco de la ventana se proyectó sobre las cortinas, eran entre las siete y las ocho en punto y entonces me volví a encontrar a compás, escuchando el reloj. Era el del Abuelo y cuando Padre me lo dio dijo, Quentin te entrego el mausoleo de toda esperanza y deseo; casi resulta intolerablemente apropiado que lo utilices para alcanzar el reducto absurdum de toda experiencia humana adaptándolo a tus necesidades del mismo modo que se adaptó a las suyas o a las de su padre. Te lo entrego no para que recuerdes el tiempo, sino para que de vez en cuando lo olvides durante un instante y no agotes tus fuerzas intentando someterlo. Porque nunca se gana una batalla dijo. Ni siquiera se libran. El campo de batalla solamente revela al hombre su propia estupidez y desesperación, y la victoria es una ilusión de filósofos e imbéciles.

The sound and the fury – William Faulkner

Verba Non Sufficit

«¿Por qué para los demás escritores es tan fácil escribir, y para mí es TAN DIFÍCIL?»

Este pensamiento lo tiene cada escritor, cada día. Siempre. 

[Paráfrasis]

Sonría igual

…me sentí dispuesto a llegar a las últimas consecuencias.

Sonrisa

I

Hacía dos días que Celia había mandado un mail diciendo que faltaba una notebook, que por favor si alguno la tenía que la regresara a Sistemas o lo notificara. Nadie había respondido, al parecer. Pero ayer, antes de que todos nos fuésemos, escribió de nuevo, usando un tonito diferente, bastante más grave. No era la primera vez que se robaban algo, y las cosas se estaban calentando un poco. Yo llegué tarde porque me había demorado en la funeraria y después se me complicó estacionar. Lo de siempre, hasta las 9 era fácil encontrar dónde tirar el auto, pero ya después de esa hora estaba tan lleno que tuve que dejarlo en Rosetti.
Al llegar le pregunté a Lucy si se había hablado algo de la maldita notebook y me dijo que no.
– Si piensan que alguno se la robó, que investiguen como se debe, pero que no acusen a todos los empleados de ladrones – dije molesto.
Lucy me miró como extrañada, quizás no muy habituada a mi tono.
– ¿En serio decís? ¿Pero cómo querés que investiguen?
Su respuesta me cayó mal. No era tan difícil de entender.
– Lucy, a mí no me importa eso – le dije algo sobresaltado. – Yo no quiero que investiguen nada. Es tema de ellos. Pero no digas que «yo» quiero que investiguen porque algún boludo siempre escucha y repite, ¿viste? Como si yo fuera el que está caliente porque se afanan las cosas y empiezo a armar quilombo. Y después soy yo el que queda en el medio del quilombo, y vos seguís sentadita con cara de buena.

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Silencio – Clarice Lispector

Es tan vasto el silencio de la noche en la montaña. Y tan despoblado. En vano uno intenta trabajar para no oírlo, pensar rápidamente para disimularlo. O inventar un programa, frágil punto que mal nos une al súbitamente improbable día de mañana. Cómo superar esa paz que nos acecha. Silencio tan grande que la desesperación tiene vergüenza. Montañas tan altas que la desesperación tiene vergüenza. Los oídos se afilan, la cabeza se inclina, el cuerpo todo escucha: ningún rumor. Ningún gallo. Cómo estar al alcance de esa profunda meditación del silencio. De ese silencio sin memoria de palabras. Si es muerte, cómo alcanzarla.
Es un silencio que no duerme: es insomne; inmóvil, pero insomne; y sin fantasmas. Es terrible: sin ningún fantasma. Inútil querer probarlo con la posibilidad de una puerta que se abra crujiendo, de una cortina que se abra y diga algo. Está vacío y sin promesas. Si por lo menos se escuchara al viento. El viento es ira, la ira es vida. O nieve. La nieve es muda pero deja rastro, lo emblanquece todo, los niños ríen, los pasos resuenan y dejan huella. Hay una continuidad que es la vida. Pero este silencio no deja señales. No se puede hablar del silencio como se habla de la nieve. No se puede decir a nadie como se diría de la nieve: ¿oíste el silencio de esta noche? El que lo escuchó, no lo dice.

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Cartas no de amor – Viktor Shklovski

«¡Cuántas palabras prohibidas!
A decir verdad, todas las bellas palabras han desfallecido.
Estan prohibidas las flores, la luna, los ojos y series enteras de palabras que hablan de todo lo que es agradable ver.
Y yo quisiera escribir como si nunca hubiese existido la literatura. Escribir, por ejemplo, <Estupendo es el Dnieper, cuando el tiempo es sereno.>.
No puedo: la ironía se come las palabras. La ironía es necesaria, es el medio más fácil para superar la dificultad de una cosa.
Representar ridículo el mundo es la cosa más fácil.
Y ahora mismo una luna enorme, casi verdadera, mira hacia el interior de mi ventana.»

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