…para una mujer, no hay carta más legible que un hombre que la ama…
Tengo que hacerlo de esta manera aunque sea un riesgo. Aunque sea desesperante no saber qué vaya a pasar. Pero sé que no puedo llevar esto mucho más. Te puedo asegurar que no es azar. Ni siquiera es cobardía; ojalá fuera yo la cobarde y todo terminase ahí. Lo pensé mil veces, más de mil, dos mil veces. Lo evalué tanto que llegué a la conclusión no sólo de que es la mejor manera, sino que es la única. La única que me permita llegar hasta el final.
Si al comenzar a leer esta carta estás pensando que no recordás haberla leído, entonces te anticipo y le saco el suspenso: nunca leíste esta carta. Porque si la hubieses leído, la recordarías claramente. Seguro que me tomará días terminar de escribirla; hoy, que la empiezo, es 11 de agosto de 2008. Me tomaré unos días para pensar bien qué escribir y cuando esté lista te la voy a dejar escondida entre tus cosas. Yo sé que vos sos de guardar todo. Y te conozco tanto que estoy segura que cuando termine nuestra relación – a los pocos días de que yo termine esta carta y logre filtrarla entre tus cosas – vos vas a prender fuego todos mis regalos, mis ositos, mis tarjetas y cartitas. A deshacerte de todo, a no dejar rastros de mi paso por tu vida. No sé qué vas a hacer con las cosas prácticas que te fui regalando. La ropa, la tele, los anteojos caros. La tabla de snowboard. Pero sé que todas las chucherías las vas a tirar a la mierda y que vas a romper las fotos y borrar todos los mails y archivos que me mencionen. Quizás te tome unas semanas ese proceso. Por eso es que esta carta no la voy a esconder con las otras que te escribí durante nuestra relación. La voy a esconder con los papeles de la secundaria que vos guardas en la parte de arriba del armario. Vos mismo me dijiste más de una vez que por un motivo u otro, cada dos o tres años bajás la caja y revisás las cosas y te llenás de nostalgia. Porque sos así. Porque tenés apego a lo que viviste. Pero algo puede fallar y corro el grave riesgo de que nunca veas esto, o de que ya sea verdaderamente tarde. Aunque en este sentido, ni siquiera yo estoy segura de qué plazos me interesa que se cumplan. Pienso: si la vieses en 10 años es demasiado tarde. Si la ves en 5, no, no está tan mal para mí. Ojalá que no hayan pasado menos de 2 años. Ojalá el tiempo esté a mi favor. Sigue leyendo →